¿Por qué temes al amor?

Actualmente estoy experimentando una situación que me ha llevado a una de las reflexiones más profundas de mi vida y que me gustaría compartir contigo.
Imagínate la siguiente situación: Te gusta o te cae muy bien alguien de tu empresa o del curso al que asistes pero pasan los días y, aunque sientes en tu fuero interno que quieres hablar y conocer a esa persona, otra parte de ti te frena y te impide dar ese paso.
¿Por qué? Porque tienes MIEDO. Miedo de que no tenga los mismos sentimientos que tú, miedo de que te rechace, miedo de que vayas a invitarle a tomar algo y resulte que tenga pareja…
Y aquella situación va tomando la forma de la imagen que he puesto al comienzo de este artículo: Dos adultos que a pesar de lo que sienten, miran hacía otro lado mientras que ese niño que sigue habitando dentro de nosotros, siente la curiosidad de conocer, conectar y amar de una manera inocente.
El caso es que en lugar de permitirte ser auténtica/o con lo que sientes y poder expresarlo de manera clara y directa a la otra personita, “esperas” a que sea el otro (o la otra) quien de el primer paso y así pues pueden pasar mil siglos y, en el peor de los casos, pueden pasar hasta oportunidades.
Esto me llevó a cuestionarme lo siguiente: ¿Por qué no nos permitimos amar? ¿Por qué tratamos de ocultar lo que no se puede ocultar, el amor? ¿Por qué nos avergonzamos de lo que sentimos?
Mientras me cuestionaba todo esto, mi voz interior me habló y me lanzó esta pregunta:
¿Por qué temes al amor?
Tras un momento de reflexión, respondí: Temo al amor porque lo quiero controlar, porque quiero que cumpla mis expectativas…
Es decir, siguiendo con esta situación que te contaba, más allá de mis miedos irracionales que me impedían hablar con esta persona, en verdad lo que me estaba limitando amar era mi propia expectativa, mi anhelo de conseguir un RESULTADO, bueno, en realidad dos: Que se acercara él a mí y la posibilidad de que surgiera una relación entre nosotros.
Y entonces, mi voz interior comenzó a hablarme y yo empecé a comprender… ¿Y si sueltas el resultado? ¿Y si dejas caer tus expectativas y simplemente DAS AMOR? (= lo que comúnmente se conoce como dar sin esperar recibir).
Esto implicaría dejar a un lado la “relación tipo contrato” de la que hemos sido programados desde que somos pequeños. Me refiero a la relación: “Yo te doy si luego tú me das“.
Esto requiere desde luego un alto grado de madurez afectiva pues para poder amar al 100% a otra persona (sin esperar), supone primero amarte tanto a ti mismo, que jamás tendrás miedo de ser rechazada, de que no te elijan, de que te puedan abandonar, de que te puedan hacer daño, de que no te correspondan, de que no cumplan tus expectativas…
¿Y qué nos sucede con la mayoría de las relaciones que tenemos? Que están basadas en el miedo y en la expectativa y si hay expectativa, recuerda, eso ya no es amor, eso es control por tu parte de querer que la persona sea como tú quieres que sea o de que suceda lo que tú quieres en lugar de lo que está destinado a pasar. Ese es tu ego exigiendo y controlando. Forzar es antónimo de amar.
El poder de DAR AMOR
Tenemos el concepto, quizás desde que somos bebés, de que deben ser “los otros” quienes nos den amor y todo cuánto necesitamos para nuestro bienestar físico y emocional. Y así nos podemos pasar años… esperando…
Con la expectativa de que mi padre se comporte de otra manera para yo poder ser feliz; de que esa amistad a la que di tanto cariño y cuidado, me lo devuelva de igual manera cuando yo también lo necesite; de que mi pareja me de el mismo apoyo que yo le doy cada día y así que nunca me abandone. Y si no cumplen con tu expectativa… ¡ZAS! Ostiazo.
Pero nadie nos ha dicho, y mucho menos entrenado para que, en lugar de depender de los demás, podamos ser nosotros mismos nuestra propia fuente de energía. Y es que cuando das amor (sin depender), solo puede significar una cosa, que hay amor dentro de tí pues solo se da lo que se tiene.
Insisto en que lograr DAR AMOR de verdad conlleva perder el miedo.
Quizás lo siguiente te pueda ayudar en esto, pues como me dijo mi voz interior una vez en el parque:

Pues cuando te amas a ti mismo, significa que estás centrado en ti, que sabes quién eres y que tienes el poder absoluto para elegir si quieres que un hecho externo te afecte.
Entonces ya no importa si él o ella te cuenta que tiene pareja o que no tienes interés en ti, ¡al menos lo intentaste! Tampoco importa que tu padre o tu madre no cumpla con el prototipo de padre o madre perfect@ ¡Yo tampoco soy perfecta! ) (Aún así les quiero). Tampoco importa si una pareja decide que ya no quiere caminar más a tu lado ¡Coño, claro que duele! (pero no se te va la vida en ello). Como esa amiga que decide no volver a contactar contigo (Pues gracias por todo lo que me diste)…
Moraleja de todo este artículo: Sé coherente con lo que sientes y exprésalo dignamente porque el mero hecho de decir tus sentimientos y expresar amor no es ningún signo de debilidad. Y por otro lado, simplemente ama, sin esperar y verás lo que sucede… Tal vez descubras que hay muchas formas de amar.