Autoestima y Motivación

¿De quién depende mi insatisfacción? De mi misma

Aún recuerdo a mi profesor Alejandro hablándonos en una clase sobre las “enfermedades” que existen en nuestra sociedad: la superioridad, la comparación, el infantilismo, el victimismo y la queja. En este artículo voy a hablar de estas tres últimas “enfermedades” y del concepto de responsabilidad.

Es muy curioso que cuando somos pequeños adquirimos un patrón conocido como <la relación culpa-inocencia> y es que seguro que te ha pasado de haber estado jugando con tu hermano o con tus amistades y, de repente, romper algo (imagínate un jarrón con valor emocional, un marco de fotos, una copa de cristal…) y cuando llegaba el adulto y preguntaba: ¿Quién ha sido? Si habías sido tú “el culpable”, tu primera reacción era decir: “Yo no he sido” y a continuación señalar a otro y deshacerte así de la responsabilidad de tus actos (haciendo culpables a otros) ¿Qué nos gusta ser? Inocentes ¿Por qué no nos gusta ser culpables? Porque asumir la responsabilidad implica recibir un castigo, malas palabras o sentir la decepción que les generamos a nuestros mayores: “Ya no te quiero”, “te quiero menos porque…”, “¡Cuánto nos haces de sufrir!” y sentir eso no es nada agradable. Por eso elegimos ser inocentes y decimos cosas como: “Que lo recoja el que lo ha roto – el culpable – yo no lo limpio porque yo no he sido”. Esto era lo que mi profesor se refería con el concepto de <infantilismo>:

Querer todos los derechos de la libertad pero sin ser responsables de nada, sin asumir las consecuencias de nuestros actos.

Alejandro, mi profesor

Pues bien cuando crecemos, este patrón lo seguimos repitiendo y nos sale de manera automática. El problema es que actuando de esta manera, me lleva al victimismo y a la queja. Mi profesor decía lo siguiente acerca del victimismo:

Es cuando yo, en un infortunio, en lugar de responsabilizarme y resolverlo, no hago nada, culpo a otro y pido trato de favor.

Alejandro, mi profesor

Se ve mucho mejor con un ejemplo. Imagínate que estás en el vagón de un metro y ves que hay una lata vacía moviéndose de un lado a otro y haciendo ruido por la zona donde tú estás sentado. Tú estás ahí observando la situación. De repente, el tren se para en la siguiente estación, entra alguien por la puerta y se sienta al lado tuyo. Al ponerse en marcha, la lata sigue con sus ruidos y su actividad y esa persona que tienes al lado comienza a quejarse en alto: ¡La gente es muy cerda! ¿Cómo pueden tirar las cosas así? Seguro que en sus casas no lo hacen… tal vez sí… ¿Dónde están los trabajadores de la limpieza de metro? La culpa la tiene el gobierno… bla bla bla. Al final la queja de esa persona está haciendo más desagradable el momento que el propio ir y venir de la lata rodando por el suelo. Lo más lógico sería que si a la persona no le agrada ver eso pues que él o ella misma cogiera la lata y lo tirara a la basura y ¡problema resuelto! pero aquí se activa <la relación culpa-inocencia> que he comentado al comienzo del artículo pues él o ella misma piensa: “Yo no lo recojo, que lo recoja quien lo tiró al suelo -el culpable”. He puesto el ejemplo de otra persona pero esta situación te puede pasar a ti perfectamente. De lo que se trata de entender con este ejemplo es que si me está generando insatisfacción ver la lata rodando por el suelo, yo puedo elegir: Ser responsable y tirarlo a la basura o ser victima y seguir quejándome. Esto lo podemos aplicar a la vida en general. Desafortunadamente y por mucho que mi ego sueñe con querer cambiar a las personas con las que interactúo y querer cambiar las circunstancias que acontecen en mi vida ¡No es posible! Entonces si sigo pensando que es culpa de “alguien”, eso me inhabilita para elegir qué hacer con eso. El nuevo paso que te propongo es asumir la responsabilidad de lo que estás sintiendo y elegir qué quieres hacer con ello. ¡Este paso te cambia la vida! Quédate con la siguiente frase porque si lo pones en práctica, vas a notar una mejora en la calidad de tu vida ¡Te lo garantizo!

¿De quién depende mi insatisfacción?

De mi mismo

Pregunta para reflexionar: ¿Cuántas veces te quejas en tu día a día? Piénsalo por un momento ¿Por qué te quejas? Quizás por el comportamiento de algún conocido (tu pareja o una amistad por ejemplo), por escuchar las noticias, por una injusticia, por el comportamiento de alguien ajeno, al ver algo que no te agrada, etc ¿Cómo te encuentras cuando te quejas? Yo conozco la sensación asique puedo responder a la pregunta: ¡Te sientes mal! ¿Qué solucionas cuando te estás quejando? ¡Nada! Entonces… ¡Cuánta energía desperdiciada! Ya no solo es que estés desperdiciando energía al final se trata de cómo te está haciendo sentir ¡MAL! y cómo te afecta a tu calidad de vida (¡Y la vida de aquellos con quien te relacionas!) ¿Cuál es nuestra reacción automática cuando nos estamos sintiendo mal por dentro y no sabemos por qué? ¡Culpar al otro! En tus conversaciones diarias ¿Cuántas veces culpabilizas a otras personas por cómo te hacen sentir? La clave: ¡No mires fuera, mira dentro de ti!

Cuando hay un “quejica” cerca… todos queremos salir corriendo pues la energía que emite no es nada agradable aunque también sucede el caso donde aparece un “quejica” y eso atrae a más “quejicas”. Un ejemplo es la sala de espera del centro de salud, la tardanza del médico hace que muchos se quejen en alto y, de nuevo, la pregunta es: ¿Se soluciona algo?

Recuerda que el objetivo es tratarnos bien, cuidarnos y sentirnos bien… ¡la queja es lo opuesto al bienestar personal! Según Echkart Tolle, la queja aparece cuando estamos rechazando algo que acontece en nuestro momento presente. O lo que es lo mismo, cuando no aceptamos “algo” de nuestro AHORA, nos quejamos. Para tener paz con uno mismo, no hay como aceptar lo que acontece en tu vida y responsabilizarte de lo que estás sintiendo pues eso que sientes ¡es tuyo! Aunque cueste creerlo o verlo: Esa incomodidad, decepción, enfado… NO TE LO HA GENERADO la persona o la circunstancia ¡te lo has generado tú solo! ¿Por qué sino cómo, ante un mismo acontecimiento, dos personas pueden tener emociones y sentimientos diferentes? Quizás a ti ver la lata rodando por el suelo te genere rabia, frustración y malestar, quizás a otra persona no le genere nada, lo observa por un momento y se mete a ver su móvil sin darle más importancia teniendo su mente calmada y llena de bienestar. ¿Quieres seguir quejándote y seguir sintiéndote como te sientes o quieres responsabilizarte de lo que estás sintiendo (y, por lo tanto, lo que estás pensando) y comenzar a sentirte cada día mejor y mejor (con paz mental)?

No esperes que cambien las personas y las circunstancias ¡Cambia tú!

En próximos artículos volveré a tratar este tema pues es sumamente importante llegar a comprenderlo a fondo y hablaré también de nuestra “sombra”. Lo que yo comúnmente denomino “Espejo”: lo que me fastidia de la actitud del otro, es algo que tengo que resolver dentro de mí… ¿Por qué quiero tratar este tema? Porque otro de los pasos para saber ¿Quién eres? es conocer tus reacciones emocionales ante determinadas situaciones o comportamientos de otras personas que te generen incomodidad e insatisfacción.

2 Comentarios

    • Ivi Garcia

      Gracias a ti Susana por tomarte el tiempo de parar, leer mi artículo y reflexionar. ¡Has elegido cuidarte! Te animo a seguir por este camino y seguir leyendo mis próximos artículos.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies