Autoestima y Motivación

La zona de confort

¿Te has dado cuenta que vives en tu zona de confort? ¿A qué me refiero con este término? Son todas aquellas cosas de tu entorno que conoces muy bien y que te resultan cómodas (a pesar de que sean agradables o no). Por ejemplo: Ir al trabajo o a la universidad en coche o en metro ¿Te has dado cuenta de que sigues siempre la misma ruta, llegando a tu destino con el piloto automático, preguntándote en muchas ocasiones ¿Cómo he llegado hasta aquí? (De manera curiosa esto sucede porque tu propio cerebro construye <hábitos> para no tener que gastar mucha energía pensando). ¿Qué me dices del atasco o del metro abarrotado de gente para llegar a tu trabajo o para volver? “Es algo normal en mi día a día” – Tal vez me responderías. Forma parte de tu rutina diaria, estás acostumbrado a ello luego integra tu zona de comodidad. Lo mismo que ese jefe con malas pulgas, esa compañera petarda que paga su frustración con quien le rodea, tus amistades, tu familia, tu casa, tu pareja, tus hijos… Todo eso constituye tu zona cómoda. Te sientes cómodo y seguro en este entorno más allá de plantearte si eso te genera bienestar o malestar. Hay gente que le apasiona vivir en su zona de confort y es algo que no voy a juzgar. Si eso te da sentido y te hace feliz ¡Adelante! El problema surge cuando vivir en esta zona de confort te limita y te estanca y sientes que no te estás autorealizando como la gran persona que eres. ¿Cómo podemos seguir creciendo? ¡Exacto! Saliendo de la zona de confort a lo que se denomina como la zona de aprendizaje: Solo crecemos cuando aprendemos cosas diferentes, cuando hacemos cosas novedosas que jamás habíamos hecho antes. Qué diferente es ir a por el pan al lado de tu casa, caminando por las mismas calles que dejarte en un aeropuerto o en un país desconocido ¡Aquí estamos perdidos! ¡Qué gran aventura!

A mi por ejemplo me apasiona aprender nuevos idiomas, viajar, conocer otras culturas, conocer personas nuevas, clientes nuevos, experimentar nuevas sensaciones… Eso me ha llevado a vivir en Nueva Zelanda, Canadá, Italia y hacer numerosos viajes ¡Esto puede llegar a ser altamente adictivo! Hasta el punto de que si paso mucho tiempo sin darme un chute de algo que me suene a novedad, empiezo a sentirme triste y desmotivada. El requisito imprescindible para acceder a la zona de aprendizaje es perder <el miedo a lo desconocido>. Una vez que transciendes este miedo, todo aquello a lo que te enfrentas es enriquecedor porque aprendes de cada persona y cosa que te rodea y eso te convierte en una persona más “plena” pues amplias “la visión de tu mundo” lo que te permite cambiar de hábitos y, mejor aún, comienzas a trabajar y mejorar la confianza que tienes en ti misma (tu autoestima).

Si piensas que la aventura es peligrosa, prueba la rutina ¡es mortal!

Paulo Coelho

Te sorprendería saber que también forman parte de tu zona de comodidad los pensamientos (juicios) recurrentes que tienes con los que se identifica tu ego. Por ejemplo: Cuando caes en el victimismo y te alimentas de pensamientos del tipo: “Pobre de mi que no tengo amigos”, “Pobre de mi que nadie me quiere”, “a nadie le importo”… entras en bucle y te quedas ahí estancado ¡sal de eso! También forman parte: tus reacciones psíquicas, tus hábitos, tus emociones, tu corporalidad.. Todo esto lo detallaré en otro artículo que te permitirá saber ¿Quién eres?

Aquí te dejo un video que explica de manera animada el concepto de Zona de confort:

El proyecto de vida

Se trata de una construcción personal para vivir la vida que realmente quieres vivir y que te da sentido. Es muy posible que tiempo atrás tuvieras claro tu proyecto de vida: “Quiero una pareja con la que formar una familia, quiero ser médico o secretaria de dirección” pero en la vida surgen mil historias y si no coges fuerte el timón de tu vida, esos “vientos” te van a desplazar de tu objetivo final y ese es el mayor peligro: que nos hagan olvidarnos de nuestro proyecto de vida. A mí me ocurrió que desde que salí de la universidad tenía plena pasión por el coaching y el desarrollo personal. En lugar de dirigirme conscientemente a lograrlo, hacer un curso y desarrollarme en este mundo, me marché a Nueva Zelanda, después a Canadá, Italia, el camino de Santiago… después trabajé en muchos sitios que me han reportado muchas experiencias (eso no lo niego) y encontré un trabajo fijo en una tienda. Encontré mi zona de comodidad: “Me quedo aquí para siempre” – pensaba. Aparentemente era un sitio muy agradable pero pronto empecé a darme cuenta que dedicaba todo mi tiempo (incluidos fines de semana) a este trabajo y no me estaba realizando como persona. A los pocos meses me planteaba: ¿Qué pinto yo en un trabajo como este, si lo que me da sentido es otra cosa? ¡Y aquí me ves escribiendo y persistiendo en lograr mi sueño de convertirme en una gran motivadora! En una ocasión leí el caso de un señor que era abogado y había trabajado muchos años en un despacho pero ya no se sentía feliz ni realizado. A él le apasionaba dibujar. Un día se arriesgó. dejó su zona cómoda, dejó su trabajó y se dedicó a crear comics y resultó que fue todo un éxito y ahora vive de ello. Dedicarte a tu talento… ¡Es posible!

Y lo mismo te puede ocurrir con tu pareja, que va pasando el tiempo y entras en zona cómoda pero o bien ya no os aguantáis o bien ya no te dice nada esa relación, hay una falta de proyecto común o una falta de sentido. Y llega un día que te planteas: ¿Y qué pinto yo en esta relación?

Cuando caes en esta “rutina mortal” parece como si tu vida perdiera el sentido. Es aquí cuando aparecen las crisis existenciales: Nos falta motivación, estamos desanimados, perdidos, apáticos, desesperanzados… La vida te está recordando que llegó la hora de tomar las riendas de tu vida ¡Vuelve a crear tu proyecto de vida! Y plantéate seriamente qué quieres hacer con tu vida y con “tu vaca”… lee la siguiente fábula:

La fábula de la vaca

Hace muchos, muchos años en un monasterio chino había un hombre muy sabio que enseñaba a su aprendiz. Un día el maestro le avisó de que iban a hacer un viaje lejos de aquel pueblo donde se encontraban. Tras varios días caminando, meditando y explorando, encontraron una casa donde una familia muy humilde les dio cobijo y alimento, compartiendo con ellos lo poco que tenían. El aprendiz les preguntó cómo subsistían y el padre de la familia le contó que tenían una vaca que les daba leche y queso y con lo que obtenían, lo cambiaban por otro producto y así sobrevivían. A la mañana siguiente, cuando se despidieron de la familia y dispuestos a seguir con su camino, el monje le dijo al aprendiz: Tira la vaca por el barranco y el aprendiz espantado miró al maestro y cuestionó su decisión ya que la vaca era el único medio de subsistencia de la familia. Con muchas dudas y lleno de culpa, obedeció finalmente la orden. Pasaron los años y el aprendiz se seguía sintiendo mal por lo que había hecho asique decidió volver a aquel lugar. Cuál fue su sorpresa al descubrir que aquel lugar ya no era aquella casa humilde sino que ahora la casa era muy grande, había árboles alrededor y contaban con un gran huerto y animales de granja. El aprendiz llamó a la puerta y preguntó por la familia que antes vivía allí con una vaca…Somos nosotros – respondió el chico que estaba parado en la puerta. ¿Qué ha pasado? – preguntó el aprendiz lleno de intriga. Un día nuestra vaca desapareció y nos quedamos muy preocupados ¿De qué íbamos a vivir entonces? Pero nos dimos cuenta de que nuestra tierra era muy fértil para plantar alimentos, rápidamente dieron fruto y con eso lo vendimos en el mercado ganando bastante dinero, así decidimos ampliar la casa para alquilar las habitaciones y ya ve ¡ahora tenemos el único hostal del pueblo!

Parada para reflexionar: ¿Sabes cuál es <tu vaca> (esa a la que dependes)? ¿Te gustaría saber qué eres capaz de hacer sin ella? ¿Te atreverías a salir de tu zona de confort? ¿Qué te impide dar el paso? Tal vez ¿el miedo al que dirán? ¿el miedo al cambio? ¿El miedo a perder lo que tenías? ¿El miedo a perder la persona que eres (tu identidad)? ¿Qué ganarías si salieras de tu zona de confort? ¡Visualízate!

Como conclusión de este artículo: ¡Sal de la rutina! No se trata de hacer grandes cosas pero si algo que te suponga a novedad: Venir al trabajo en autobús en lugar de en metro (quizás te cruces con “alguien interesante”). Ir a por el pan por otras calles (quizás conozcas una nueva tienda que te sorprenda). Leer el periódico de ideología diferente para empaparte de cómo piensan (quizás aprendas otros puntos de vista), haz planes con alguien nuevo (con tu compañera de la clase de yoga o tu compañero recién llegado a tu trabajo), apúntate a una actividad que te encante, invita a tu pareja a un restaurante diferente por ejemplo un mexicanito (como este que queda en Madrid – La Venganza de Malinche)… Y si tu relación te está desgastando o ya no te aporta nada ¡No te engañes a ti mismo y no lo dudes más! ¡Déjalo y sigue buscando! o ¡Déjalo y aprende a estar sol@!

Solo recuerda una cosa:

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