La vida no se posterga… se vive
¿Te ha pasado alguna vez que te han regalado un frasco de perfume y no lo has usado esperando a que llegue “un acontecimiento especial” y para cuando te acuerdas de usarlo… te das cuenta de que se ha evaporado o ha cambiado un poco el color? O no necesariamente con un perfume, tal vez con otro tipo de regalo que has dejado guardado hasta encontrar ese momento “ideal” donde poder usarlo… (un móvil, un bolso, ropa…) ¿O qué me dices cuando un día corriente te proponen de ir a un restaurante exquisito y rechazas la invitación y lo postergas para “un día más apropiado”?
El día que viví la primera muerte cercana fue cuando falleció mi abuelo. Si algo me impresionó de aquellos duros momentos fue el día que fuimos a la casa de mi abuela a ayudarla a hacer limpieza de toda la ropa y pertenencias de mi abuelo ¿Sabes lo que encontramos en su armario? Todos los perfumes que le regalamos durante años ¡intactos! así como pijamas y otros detalles que de igual manera permanecían sin ningún uso… ¿A qué estaba esperando mi abuelo para estrenarlo? Esto me lleva a una reflexión más profunda: ¿A qué estamos esperando para estrenar? ¿A qué estamos esperando para vivir de verdad? ¿Por qué nos pasamos la vida esperando a que llegue “el día adecuado”? ¿Y qué sucede si no hay “un mañana”?
¿Te has parado alguna vez a pensar en todas aquellas personas que han pasado por este planeta y se han muerto sin haber realizado sus sueños, sin haber vivido la vida que realmente querían, sin haber dicho aquello que querían expresar, sin haber viajado a aquel lugar que les quitaba el sueño? ¿Y qué me dices de todos aquellos amores que <no fueron> porque tuvieron miedo a expresar lo que sentían y también por miedo a ser rechazados? ¿De verdad te vas a quedar parado sin intentarlo al menos? ¿De verdad vas a esperar a que llegue “el día adecuado” para comenzar a vivir?
En una ocasión cuando vivía en Canadá, mientras esperaba que mi ropa se terminara de centrifugar en la lavadora de aquel hostel de la pequeña isla de Victoria, mi compañero, que también lavaba su ropa, me dijo algo que siempre voy a recordar y tener muy presente. Me contó que una vez su abuelo, antes de morir, le dijo:
Hijo ¡vive la vida!, ¡atrévete!, ¡arriésgate!, ¡haz lo que te plazca! ¡ama! para que cuando llegues a mi edad, jamás te arrepientas por nada.
Sabias palabras ¿No crees? ¿Cuántas cosas dejamos de hacer por esperar al mañana? ¿Y si no existe el mañana? ¿Y si solo se trata de una mera ilusión? Nuestra alma va marchitándose día tras día esperando a que llegue “ese día especial” que parece que nunca llega… Déjame decirte algo:
¡El mañana no existe, solo tenemos el momento presente! ¡Disfrútalo!
No esperes más y comienza a vivir… Dile a esa persona que te encanta lo que sientes y ¡déjate sorprender!. Pide perdón a esa persona por aquello que hiciste y te aseguro que tu alma se llenará de paz. Haz el amor como si no hubiera un mañana. Pon esa música que te gusta y ¡baila!. Estrena esa camiseta especial o ese perfume mañana mismo sin importar dónde vayas o con quién. ¿Qué aventura o locura tienes en mente? ¡Hazlo! Ve a ver esa obra de teatro de la que tanto te han hablado y no esperes a que llegue tu cumpleaños. Tal vez sea el momento de cerrar <esa puerta a esa persona> para siempre y seguir caminando pues la vida continúa , ¡Olvídate de llevar la razón!, ¡No te enfades más!, ¡ríe, ríe mucho! y disfruta de la vida en cada momento. ¡Haz que tu alma vibre de nuevo!
Por si te sirve… Cuando te vayas a dormir y vayas a cerrar los ojos… pregúntate: ¿He disfrutado de mi día? Y si la respuesta es negativa… asegúrate de que al día siguiente cuando te despiertes, la actitud que te acompañe sea la de: “Hoy me voy a divertir”